¡Que difícil resulta escribir sobre lo contingente! Habiendo apoyado
el movimiento estudiantil hace tan poco, y particularmente el que se
devolviera (o re-instalara, para usar términos más actuales) el tema de
la educación a un nivel de urgencia que parecía haber perdido en las
últimas elecciones, creo que es hora de que los adultos dejemos de
aplaudir desde fuera de la cancha, y asumamos que lo que está
ocurriendo no es simplemente un tema de escuchar o no a los jóvenes.
Si así fuera, ¡qué fácil sería la decisión!, particularmente para un
gobierno que pretendía abrirse a la ciudadanía como ningún otro. Pero
en los hechos, se ha atendido (no sólo escuchado, sino que atendido)
a una parte importante de las demandas (las iniciales), luego de lo
cual, ya que estamos en época de mundial, alguien decidió correr los
arcos, y el partido ya era otro. Y ahora, los jóvenes pretenden dictar
la composición del Comité Asesor, y participar en las instancias
técnicas en las cuales, probablemente, sus certeras intuiciones y
rabias respecto de la inequidad del sistema no sean lo que se necesita
para encontrar las soluciones. Entiendo muy bien lo que quiere decir
Jaime Valdés en el último post de su blog, pero echo de menos en casi
toda esta discusión el que los adultos asumamos la reponsabilidad que
nos cabe. Los profesores aplauden la crítica de los estudiantes, y no
parecieran darse por aludidos cuando se quejan de la mala calidad de la
educación; los medios han descubierto nuevos personajes para sus notas
efectistas y de cero profundidad; los apoderados estaban aplaudiendo,
pero no queda claro si es por convicción o simplemente porque no se
atreven a discrepar de sus retoños (así una roca mate a alguien de
pasada...) En fin, con toda la simpatía inicial que tuve, tengo que
admitir que lo que veo ahora es niños que no atinan a cerrar este
capítulo, adultos que idealizan algo sin tener muy claro por qué, y
educadores que han abdicado de su rol de educar y prefieren ser
educados... (poco alentador para mejorar la mañida dignificación de la profesión).
Atinemos adultos, ¡escuchar no es lo mismo que abdicar! No todos los
manifestantes en la calle pueden simplemente caracterizarse de lumpen...
Sospecho que hubo alumnos (¡y no pocos!) involucrados también.
Saquemos la voz, en vez de aplaudir en forma acrítica, a ver si aparece
la sensatez.
Adjunto un análisis de Pablo González en que analiza al movimiento como un grupo de presión más, que busca mejorar sus ingresos... y hace un llamado similar a los adultos en la última línea.
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