Desde el mensaje del 21 de mayo del nuevo Presidente, en el cual reseñó sus propuestas educacionales, muchas de ellas han merecido un apoyo bastante transversal (ver medidas anunciadas aquí). Dos de ellas, sin embargo, han concentrado las críticas: la publicación de los resultados SIMCE en un mapa comunal que destaca por colores los colegios 'buenos', 'malos' o 'promedio'. Como los promedios del SIMCE no se corrigen en relación al nivel socio-económico de los padres de los alumnos evaluados, uno sólo podría inferir que el color representará a los mejores colegios si supusiera que todos los niños evaluados están jugando en una cancha perfectamente nivelada. Como no lo están, el color de los colegios malos sólo será un mapa de concentración de la pobreza, y es poco lo que nos dirá de los establecimientos educacionales mismos y sus prácticas docentes. Un indicador mal elegido puede tener resultados nefastos en políticas públicas, y éste ciertamente es una elección muy pobre.
El tema de los Liceos Bicentenario, o liceos de excelencia, es similar al debate de si deben separarse los alumnos por rendimiento en un colegio. A favor de la separación puede argumentarse que de no hacerlo se arriesga frenar artificialmente los logros posibles de aquellos alumnos con mejor rendimiento. También supongo que se podría argumentar que si bien la tarea titánica de mejorar la calidad del sistema en su conjunto parece de muy largo plazo, sería beneficioso darles una educación de la mejor calidad a un número mucho mayor de alumnos que los que la reciben ahora, especialmente en el sector subvencionado. Finalmente, alguien podría argumentar que esta es una forma de generar modelos de buenas prácticas, que posteriormente se podrían hacer extensivas al resto del sistema.
En contra de la idea está el que descremar al sistema, separando a los mejores alumnos en colegios de 'excelencia', no hace más que condenar al sistema a seguir en la mediocridad existente, y la mayoría de los alumnos a una pésima formación que determinará en forma importante sus oportunidades futuras. Todo profesor sabe lo fácil que es trabajar con alumnos seleccionados de esta forma, y cómo para el resto el fracaso escolar es una profecía auto-cumplida.
Puesto en la situación de elegir, me inclinaría por no dar este paso. Sin embargo, me atrevo a sugerir que hay una posiblidad intermedia que no implicaría el todo o nada. ¿Por qué no hacer lo que se hace en otras partes, en que esta separación sólo se da en los últimos dos años de colegio? En Gran Bretaña la escolaridad obligatoria termina a los 16, y hay mucha instituciones que se dedican a formar a los jóvenes en sus últimos años y no antes (Sixth Form Colleges). Muchos de los grandes colegios tradicionales también tienen admisiones especiales en estos niveles.
Creo que tendría varias ventajas comparado con lo propuesto:
- no separaría a los mejores alumnos hasta una edad en que el impacto negativo sería mínimo,
- tendría un costo mucho menor, lo cual podría permitir que se crearan más instituciones de este tipo,
- podría incentivar el que efectivamente se experimentara curricularmente, dentro de los marcos nacionales fijados (ya existen colegios estatales en otros países que están aplicando el Bachillerato Internacional con muy buenos resultados!)
- podría satisfacer a aquellos que probablemente piensan que lo que están proponiendo está en línea con intuiciones meritocráticas.
- y también, con suerte, podría evitar que esta discusión educacional, como tantas otras, caiga en las trincheras...
No soy un experto en la materia, es más leí para instruirme sobre el particular, pero se habla en muchas partes de malos alumnos (deficientes resultado SIMCE) y de falta de infraestructura, me imagino por esto estan desarrollando esto de liceos de excelencia, pero .....y los profes, que plan hay para ellos...no sacamos mucho con tener alumnos con ganas, ni infraestructura de primera.....¿que hacemos con los profesores?...desconozco, ¿hay algún plan de perfeccionamiento, capacitación, nuevos planes de de educación para ellos?
Publicado por: Rodrigo Fernández | 25/05/2010 en 06:08 p.m.
Yo estoy bastante en contra de esa separación porque los riesgos son mayores que las ventajas y porque creo que ésa es función de la universidad, pero desde luego si ha de hacerse mejor en los últimos cursos. Respecto a la evaluación por colores, coincido en que sólo es un mapa de las desigualdades sociales.
Publicado por: eduideas | 26/05/2010 en 03:51 a.m.
No he visto detalles sobre ésto, pero es de suponer que se abrirán concursos en los cuales también habrá un descremado de profesores buenos de otras instituciones. Esto agravaría el problema...
Publicado por: John Mackenzie | 28/05/2010 en 06:36 p.m.